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Me ha llamado mucho la atención este gráfico que he visto en el libro “La caída de la publicidad y el auge de la Relaciones públicas”, de Al y Laura Ries. Para los que no lo conozcais, Al Ries es la persona que hace casi cuarenta años inventó el concepto de posicionamiento. El libro es de 2002.  Así que en 2010 puede que los publicitarios hayamos perdido algunos puntos porcentuales, así como los sacerdotes y banqueros…

Como el cuadro no se aprecia correctamente, pongo los datos:

Enfermeras: 79%

Farmacéutivos: 67%

Médicos: 63%

Sacerdotes: 59%

Jueces: 47%

Banqueros: 37%

Ejecutivos: 22%

Abogados: 17%

Vendedores de seguros: 11%

Publicitarios: 10%

Vendedores de coches: 9%

“En una reciente encuesta de Gallup sobre la honestidad y ética de treinta y dos profesiones diferentes, los publicitarios quedaron clasificados cerca del final, justo entre los vendedores de seguros y los vendedores de coches. Si usted no cree lo que le cuenta un vendedor de seguros o de coches, ¿por qué iba a creer lo que lee en un anuncio?”
La verdad es que leer este tipo de cosas, aunque estén dichas en 2002, te hacen reflexionar acerca de nuestra profesión. Muchas veces nos quejamos entre nosotros de que nos hemos convertido en simples manipuladores de bits a las órdenes de los clientes.

Honestidad y credibilidad van de la mano. Si una persona no es honesta, difícilmente puede ser creíble. Nos creíamos capaces de vender cualquier cosa. Algunos se enorgullecían cuando les decían que eran capaces de vender hielo a un esquimal. Pero ésa ha sido nuestra peor publicidad. Cuando el esquimal vio que no necesitaba el hielo, se sintió estafado y no ha vuelto a confiar más en nosotros. De ahí, que el auge de los medios de comunicación social sea directamente proporcional a la caída de la credibilidad de la publicidad.

¿Por qué la publicidad está pasando desapercibida en muchos casos?
Uno, aunque mala, tiene opinión. Y creo que por aquí pueden oírse algunos tiros:

1- Por la saturación publicitaria

2-Por la poca credibilidad que tiene la publicidad a día de hoy (anuncio=vender la moto)

3- Porque los publicitarios hemos pensado primero en nosotros, en nuestros gustos y en lo que nos gustaría ver reflejado en la publicidad. Algunas veces, también en el cliente («no pongas rojo, que Mari Puri lo odia»). Pero muy pocas veces en el consumidor final de esos productos/servicios. Si el consumidor no compra productos/servicios, el cliente no ganará dinero y no confiará en la agencia.

Tenemos que reflexionar por qué estamos a la altura de los vendedores de coches en honestidad, como refleja el cuadro de Al Ries.

Pero no está todo perdido. Sabemos qué hemos hecho mal. Todos nos confundimos. Admitirlo ya es dar un paso. Empecemos a dar los siguientes.

Los consumidores han perdido la credibilidad en la publicidad. Pero también los clientes han perdido la credibilidad en las agencias de publicidad. En muchos casos, nos hemos convertido en manipuladores de bits.

Partimos de briefings incompletos, con muy poca información, sin objetivos claros. Preparamos estrategias y acciones dando palos de ciego en muchos casos. Presentamos bocetos de propuestas que creemos que responden a un briefing incompleto… Y partir de entonces nos empezamos a convertir en manipuladores de bits.

-”Haz el logo más grande”

-”Ponme el texto a la izquierda”

-”Prueba a ver qué tal queda en rojo”

-”Pon este texto a ver qué tal queda”

– Y el peor de todos: «dale una vuelta»

Hace un tiempo, en una comida de trabajo con un cliente, me quejaba de esto. La respuesta de este cliente fue que después de haber visto tanta publicidad a lo largo de su vida, se había convertido en un medio experto. Y algo de razón tiene. Porque al final hemos convertido la publicidad en un chiste, una gracieta entre información e información, entre serie y serie. En una ciencia infusa. Entre todos la matamos y ella sola se murió.

Lo peor que le hemos podido hacer a la publicidad es hacerla notoria. La notoriedad ha matado la eficacia. Nos hemos cargado la marca por la notoriedad. Nos hemos cargado el mensaje por la notoriedad.
Y es que todos, en el fondo, tenemos alma de artista. Como los futboleros tenemos alma de entrenador.

Nadie le discute a un médico si son tres gotas al día las que hay que tomarse. Pero todos tenemos la libertad de decir que el rojo es más bonito que el verde. «Prueba a ver qué tal queda»…Sobre colores no hay nada escrito, dicen muchos. Un amigo mío siempre responde: De los colores se ha escrito mucho, pero tú no has leído nada.
La culpa es nuestra. Creo que ni nosotros mismos nos creíamos lo que hacíamos y por eso a las primeras de cambio hemos dado el brazo a torcer. Hemos pensado en la comunicación pensando en nosotros, en que es un arte, y no en el cliente; en que tiene que ser efectiva y ayude a vender, que es para lo que nació.  Igual gastarse millones de euros en un spot rodado en Waikiki no era la mejor opción pero sí la que nos daba más reputación. Hace unos años, había agencias de publicidad que no hablaban con un cliente si no hacía televisión.

“Cuando en tu caja de herramientas sólo tienes un martillo, todos los problema se convierten en un clavo”
De aquello polvos vienen estos lodos.


diegopoloroman76@gmail.com

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